El entorno pone el resto: naturaleza en estado puro.
Caballos, vacas, ovejas, gallinas... y árboles frutales, (manzanos, ciruelos, nogales). Vieja granja familiar convertida en uno de los alojamientos más especiales de la isla.
Se han empleado materiales muy de la tierra, con piezas de madera y hierro forjado, lo que le da ese punto de «vuelta a las raíces» que tanto perseguía su propietaria.
Realzado por fotografías en blanco y negro, máquinas de coser antiguas, bañeras como las de antes... Con todo, lo más anacrónico no es el mobiliario, sino otros pequeños detalles que no dejarán indiferentes a los urbanitas de pro.
La posibilidad que tienen los clientes de sentirse granjeros por un día cuidando de las vacas, terneros, gallinas y cabras canarias con que cuenta la propia casa.